Al mirarse al espejo, Marco** vió en el centro de sus ojos el brillo y la ilusión de un niño pequeño, pero alrededor, y con los ojos haciéndose cada vez más pequeños (quién sabe si para ver menos) un tono rojizo más propio de la más triste vejez. Así era su vida, toda llena de contrastes....desde la más pura de las risas hasta la más profunda soledad y amargura.
La noria en la que se encontraba sumido desde que tenía capacidad para recordar le hacía estar arriba y abajo al mismo tiempo lo que le provocaba tremendas sacudidas de estómago y ocasionales y fuertes dolores de cabeza.
Confundía la risa con los llantos y su rostro estaba siempre mojado por los millones y millones de lágrimas que había derramado a lo largo de su vida.
En el fondo era feliz pero siempre había algo en su cabeza que le hacía no extender demasiado esos momentos y que le procuraba un aspecto de constante preocupación.
Su madre siempre le dijo que de pequeño cuando el resto de los niños jugaban y reían como tales, él siempre se mostraba serio y pensativo. En algunas fotografías parecía un niño con mirada de viejo.
Lo mismo pasó durante su adolescencia, durante su edad adulta y y durante su madurez.
Pero fue al llegar a la vejez cuando Marco dejó de mostrarse preocupado y triste, porque ya había terminado todo, porque había comprendido el misterio de la vida, porque ya sabía dónde iba a parar, porque había conocido el mundo entero, a millones de personas, porque había tenido todo y también sabía lo que era perderlo todo, porque había encontrado al amor de su vida con el que llenar el corazón parasiempre,...por todo ello, Marco, en su vejez, no dejó de sonreir hasta el día de su muerte.
**Marco es un nombre ficticio para nuestro protagonista. Todo es ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Mr.Friedrich