MrFriedrich

Día 12 - Ellos

Ayer, por circunstancias de la vida, tuve que volverme a mezclar con la gente que me acompañó en mis años de instituto. Ellos, la mayoría, continúan juntos como si nada hubiera cambiado desde aquel día fatal, como si ellos no hubieran cambiado. Sin embargo, yo llevo un camino totalmente distinto al suyo por lo que volverme a sentar entre ellos fue algo incómodo, pese a que seguía siendo el rey a su pesar, el rey no elegido pero legitimamente coronado.

Sus chistes se me escapaban, sus miradas, su complicidad me producía espasmos, el hecho mismo de estar rodeado de "masa", de "grupo" me producía claustrofobia. Sufro dos tipos de claustrofobia, la física (concerniente a espacios cerrados y reducidos) y la social (referente a grandes grupos de personas donde el comportamiento varía y la persona individual se ningunea).

Tendré que convivir con ellos un fin de semana, un amigo común nos ha invitado a un evento, será en Mayo pero ya me tiembla el cuerpo de pensarlo.
Tal vez todo sea genial, tal vez me acabe pegando con alguien de los que no guardo grato recuerdo (este sentimiento es recíproco). Tal vez terminemos jugando a decir verdades y aquello se convierta en un fuego cruzado de cuchillos afiladísimos donde todo el que se interponga recibirá su merecido.

Al final decidí irme, y mientras me iba sentí en mi espalda unos cuantos pares de ojos que vigilaban el momento de mi marcha para dar las consiguientes órdenes a sus lenguas envenenadas.

Día 11 - La reflexión

Yo solía fumar y fumaba mucho, de hecho me encantaba fumar, cualquier momento era bueno para abrir el paquete de tabaco, extraer uno de esos endemoniados cilindros, olerlo, prenderle fuego en la punta y aspirar nicotina y alquitrán con un suspiro de satisfacción.
Pero una mañana me levanté hace ya algunos años y decidí que no volvería a fumar y en ocasiones lo hecho de menos, no a la nicotina, ni a los resfriados constantes, ni mi olor y el de mi ropa ni el sabor de mis besos (según Ella)..no es eso, es el hecho en sí de abrir el paquete de tabaco, extraer uno de esos endemoniados cilindros, olerlo, prenderle fuego en la punta y aspirar nicotina y alquitrán con un suspiro de satisfacción.

Día 10

"El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... si puedes simular eso, lo has conseguido."

Día 9 - La ilusión

Cuando piensas que todo está perdido, que el mundo se dirige al peor de sus abismos, que la in-humanidad no siente, que el hombre se destruye en cada gesto, que todos hemos perdido la ilusión y el brillo en los ojos, descubres que cuando ocurre algo tan sencillo como que caigan copos de nieve del cielo, todos se acercan a las ventanas y sonríen, y piensas que en el fondo, aunque sea en el fondo, seguimos siendo tan geniales como siempre, pero que estamos demasiado "ocupados" en nuestro propio universo de papel como para mirar por la ventana y sonreir de vez en cuando.

Día 8 - A ciegas

En el ocaso, los minutos corren más lentos, los segundos agonizan resistiéndose a pasar, las décimas de segundo se aferran con sus garras metálicas al engranaje del reloj.....de repente todo se para.
El silencio lo ocupa todo, la magnificencia del cielo me encoje. Acomodo los brazos detrás de mi cabeza y respiro, el aire me acaricia. Las nubes, enormes trozos de algodón rosado y violáceo, avanzan rápidamente en la dirección del viento mientras van cambiando de forma. El astro rey lanza sus últimos suspiros del día mientras se retira haciendo reverencias a la Bella Reina.

Cierro los ojos y estoy allí...........los abro, y el reloj comienza a andar mucho más deprisa de lo que suele hacerlo. El ordenador, los papeles, los cables, los ruidos, la sirena de la policía, el frío.......prometo cerrar los ojos un día y andar el resto de mi vida "A CIEGAS".

Día 7 - Paranoia

Al final resulta siempre horrible volver a hacer lo que siempre haces, lanzarte hacia el centro de la espiral soltando el único amarre que te tenía sujeto. Sentir como todos te miran, como murmuran con voces estúpidas frases sin sentido, risas que suenan macabras, paranoicas. Yo les miro asustado y ellos me miran perplejos pensando que me ocurre algo y es que simplemente NO LES ENTIENDO.

Día 6

Día 6.........la nave sigue su rumbo, el capitan está algo cansado y duerme desde anoche. No consigo recordar qué hago aquí pero me gusta, o al menos no me disgusta lo suficiente como para querer abandonarlo.
Desde la ventana de mi camarote veo millones de estrellas, satélites, planetas y algún que otro cometa con prisa. Creo que hoy no dormiré, la vista es demasiado hermosa como para dormir. Además, sin estar el capitán, me podré colocar frente a los mandos y creer que soy yo quien dirige nuestra travesía.
A toda la tripulación.......buenas noches.

Día 5 - El eterno retorno

Ayer me pasó algo muy extraño y que aún hoy me tiene sobrecogido.
Me metí en el Metro en la estación madrileña de Manuel Becerra en dirección a Oporto y cuando me desperté de un pequeño receso (al que me llevó el cansacio y "the Mars Volta" y que no duró más de dos minutos) me encontraba otra vez en Manuel Becerra pero en dirección contraria.
Asustado, apague el discman y me levanté mirando a todo el mundo con extrañeza.
Miré el reloj y era imposible que hubiera dado una vuelta entera a la línea 6 del metro de Madrid, miré a la gente intentando encontrar una respuesta, el tren había cambiado de sentido por alguna avería, ......... no sé, algo.
Pero no encontré más que caras normales y corrientes, rutinarias y aburridas, que no decían nada.
Salí del vagón en Avda. de América y volví a coger el metro en dirección Oporto mientras seguía mirando la hora y a la gente, como si ellos supieran algo.
Al llegar a Oporto, 40 0 45 minutos después de comenzar mi aventura, alguien me dijo por teléfono que había cogido el Metro en dirección contraria y que en vez de Manuel Becerra dirección Oporto cogí desde Pacífico dirección Avda. de América. Pero no sabéis el mal rato que pasa uno cuando está convencido de algo que es totalmente imposible. Estos exámenes van a terminar conmigo.

Día 4

Pese a la tediosa monotonía de mis días y la arrolladora fuerza del paso del tiempo mi cara sonríe. No es cuestión de locura ni idiotez (aunque no puedo asegurarlo), creo que es más una cuestión de justicia. Tengo muchos motivos para sonreir, para plantear al mundo una mirada llena de ilusión y de fuerza y nada debe forzarme a caminar amargamente. Debo hacerme feliz y así poder hacer feliz a los demás. Es un eterno retorno de felicidad que suele materializarse en preciosos y bellos instantes.